sábado, 19 de noviembre de 2011

Se acabó

Aún recuerdo cuando nos conocimos. Yo era un chaval en plena recta final de la adolescencia -de la cual no he terminado de salir aún- y tú eras apuesta y joven, como recién salida del horno. Te vi allí, estática, viendo el mundo pasar, y me encapriché. No quiero pecar de prepotencia pero podía haber conseguido a cualquiera, pero te elegí a ti, y, por qué no decirlo, se puede decir que tú también me elegiste a mí, porque eras -y sigues siendo- tan bonita, que era cuestión de tiempo que empezaras una aventura con un compañero de viajes.

Compartimos nuestros momentos más dulces, el final del bachillerato, la selectividad, todo lo hacíamos juntos, siempre pegados el uno del otro a todas partes. Cuando yo me iba a ir a la Universidad surgió una pequeña crisis, pero lo cierto es que los dos fuimos valientes y mantuvimos la chispa encendida durante mis tres años y pico en la Facultad.

Viajes, excursiones, hicimos muchísimas cosas. Tú me llevabas los bocadillos y comíamos en cualquier parte, donde nos pillara. Era amor puro y casto. Sí que reconozco que siempre fuiste tú la que llevabas el peso de la relación y eso termina cargando, y ya hace unos meses empecé a notar unas fisuras en ti de difícil recuperación. Aún con todo, no me esperaba esta ruptura, y menos ahora, que el sábado me examino de Oposiciones. ¿Por qué me dejas ahora? Te necesito, siempre te he necesitado, no me imagino yendo a los exámenes sin tu apoyo constante.

En fin, amigos, se me ha roto la mochila, y las de ahora ya no aguantan tanto. Te echaré de menos.

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